El acné es una afección cutánea caracterizada por la sobre-excitación de las glándulas sebáceas y la aparición de obstrucciones en la salida de los poros en forma de granos o “barros”, ocasionalmente infectados y cuya intensidad varía a lo largo del año. Pueden aparecer comedones cerrados, espinillas negras y parches de piel rojos e inflamados en ocasiones cubriendo quistes.
El pasado 22 de Mayo se celebró el Día internacional de la Biodiversidad. Este concepto abarca a toda la variedad de la vida, incluyendo a los ecosistemas y a los complejos ecológicos de los que forma parte. Por lo que tiene tres escalas a grosso modo: ecosistemas, especies y genes.
Llega la época estival y con ella nuevas agresiones a las que nuestra piel tiene que hacer frente. Que mejor ayuda para nuestro cuerpo que el regenerador natural más potente que existe, el Aceite de Rosa Mosqueta.
La Rosa de Mosqueta es un regenerador natural, reparador, reafirmante, antioxidante, hidratante y nutritivo. Este aceite rico en ácidos grasos, acelera el ritmo de regeneración y reparación de la piel convirtiéndose en el aliado perfecto para cicatrizar heridas, borrar estrías, atenuar arrugas y eliminar manchas en la piel. Además se ha comprobado que ayuda a reparar las pieles dañadas por quemaduras de primer y segundo grado, las provocadas por el sol e, incluso, las quemaduras por radiación, convirtiéndose en el producto After-Sun perfecto para el cuidado diario en nuestro deseado verano.
¿Es posible mantener un estilo de vida ecológico y saludable sin renunciar al lujo? ¿Puedes disfrutar de exclusivos tratamientos cosméticos de primer nivel si estás concienciado con el medio ambiente? Ahora es posible gracias al movimiento Lohas.
Lohas es un acrónimo surgido de ‘Lifestyles of Health and Sustainability’, que significa Estilo de Vida Sano y Sostenible, y enmarca a un sector demográfico de la sociedad que aboga por un consumo responsable y sostenible, un estilo sano de vida, un cuidado especial del medio ambiente, y un desarrollo positivo tanto en lo personal como en lo social. Se trata de personas con un nivel socioeconómico medio-alto, que no renuncian al lujo y a los que no les importa pagar más por un producto que sepan que, además de exclusivo, cumple todos los requisitos de sostenibilidad medioambiental, tanto en su producción como en su envasado e incluso transporte.
Esta tendencia de consumo ecosocial nació Estados Unidos, y mueve al año más de 300.000 millones de dólares, lo que supone un 20% del mercado americano. En los últimos años se ha implantado con fuerza en el norte de Europa y algunos países asiáticos como Japón o Taiwan.
El decálogo Lohas
Consumir comida orgánica, ecológica y cultivada en el propio entorno para evitar contaminación en el transporte.
Utilizar productos de higiene, belleza y limpieza que sean naturales, orgánicos y ecológicos.
Utilizar medios de transporte sostenible como bicicletas o, en su defecto, automóviles híbridos o eléctricos.
Habitar edificios verdes y sostenibles.
No hacer turismo, sino Ecoturismo.
Utilizar equipos de Eficiencia Energética.
Abrazar la medicina alternativa y preventiva (como Naturopatía o Acupuntura).
Alta responsabilidad social.
Mens sana in corpore sano.
Reciclar.
¿Y cómo responde el mundo de la cosmética a este movimiento? La respuesta es sencilla: con la cosmética natural. Los productos naturales y orgánicos han demostrado ser altamente efectivos en los tratamientos cosméticos, con resultados incluso más visibles que la cosmética tradicional. La cosmética natural es pura vida para la piel, y firmas como Puranic son la respuesta a una clara necesidad de apostar por una cosmética más natural, ecológica, sana y concienciada con la sostenibilidad y el medio ambiente.
Los Lohas abogan por sentirse bien con uno mismoy el mundo que nos rodea, pero sin renunciar a la exclusividad de ciertos productos. Ahora es posible combinar ecología, conciencia y lujo gracias a la cosmética natural. ¿Estás preparado para convertirte en un Lohas?
El estilo de vida actual invita a la velocidad. Trabajo, reuniones, atascos, familia, deporte, compras, etc. El día a día se ha convertido en una rutina de ritmo frenético donde apenas queda espacio para la relajación o el disfrute y el estrés reina a sus anchas, convirtiéndose en el gran enemigo de nuestra vida cotidiana.
Para revertir ese estilo de vida nace el Slow Beauty, un movimiento que invita a disfrutar de la cosmética y sus tratamientos desde la lentitud, saboreando el proceso, y haciendo que la limpieza facial diaria y la aplicación de tratamientos sea el momento más especial de nuestro día.
Este nuevo movimiento aboga por los beneficios que los cosméticos naturales aportan a la piel, ya que están formulados con elementos procedentes de la naturaleza que ejercen un efecto acumulativo sobre nuestro organismo, de forma que sus efectos en la piel se convierten en un proceso más lento pero 100% fiable que, además, respeta el medio ambiente.
El Slow Beauty parte de algo tan básico como el amor a uno mismo y la aceptación del envejecimiento como algo inevitable, pero tomado con filosofía y siendo conscientes que es un proceso lento y bello que puede ser disfrutado.
Kaori Ishida, científica de la Universidad de la Mujer de Komazawa (Japón), publicó un artículo en la revista Journal of Cosmetic Chemists donde apostaba por este movimiento y señalaba que crear pequeños hábitos diarios de cosmética y bienestar es la mejor forma de afrontar el envejecimiento. Crear un clima propicio es fundamental para desconectar, por eso tu tratamiento diario debe convertirse en un pequeño spa. Decora con velas, utiliza incienso para aromatizar, selecciona música relajante que te ayude a desconectar y crear un espacio único. Haz de tu momento cosmético el momento más especial del día. Dedica 15 o 20 minutos de tu día a desmaquillarte y aplicar los tratamientos que utilices. Tómate tu tiempo, relájate, disfruta, reflexiona y conecta con tu ‘yo’ interior mientras aplicas tus elixires o tratamientos favoritos.
Para Shel Pink, pionera del movimiento y fundadora de slowbeauty.com, el Slow Beauty es la historia de amor más grande de todos los tiempos, “una historia de amor y cuidado a uno mismo. Porque para poder cuidar de los demás hay que empezar por cuidarse uno mismo”. Formar parte del Slow Beauty va mucho más allá de la aplicación cosmética, es un pensamiento, una corriente, una forma de vida que apuesta por tomarse la vida con calma y disfrutar del momento. Un paseo por el parque para desatascar los músculos, unos minutos de relax en el césped, un café en un sitio con encanto, una charla distendida con alguna amiga, un pequeño auto-regalo en forma de masaje. Experiencias vitales que pueden aportar a tu bienestar y salud tanto o más que el más sofisticado de los tratamientos cosméticos.
¿Recuerdas todas esas cosas que hacías en la infancia y convertían tu vida en algo maravilloso? Retómalas y serás más feliz. Saltar sobre la cama, bailar locamente mientras te vistes, montar en bicicleta, tocar el ukelele, cantar a voz en grito en la ducha… pequeñas cosas que nos hacen más felices y que ni la monotonía ni la edad pueden quitarnos.
Otra de las claves principales del movimiento Slow Beauty es su consciencia del mundo que nos rodea y la necesidad de cuidarlo, por eso debes apostar por un consumo responsable donde prima la cosmética natural, el ecologismo, las energías renovables y el comercio justo. Para estar bien con uno mismo es importante estar en conexión con la naturaleza y el medio ambiente.
En definitiva, adoptar el estilo Slow Beauty es adoptar una nueva visión del mundo, donde prima la lentitud, y se invita a quererse y estar mejor con uno mismo para poder sentirse mejor con las personas y el mundo que nos rodea. La actriz italiana Sophia Loren, icono que ha conseguido mantener su belleza intacta en la madurez, dijo en una ocasión que “existe una fuente de la juventud. Es tu mente, tu talento, la creatividad que aportas a tu vida y las vidas de las personas que amas. Cuando se aprende a aprovechar esta fuente, realmente habrás derrotado a la edad”.
En los últimos años la población mundial ha comenzado a ser consciente de la fragilidad del mundo que le rodea, la necesidad de cuidarlo, y los beneficios que aportan tanto al organismo como al Medio Ambiente los productos naturales.
Conceptos como consumo responsable, sostenibilidad o ecologismo han empezado a formar parte del día a día de todos nosotros y, poco a poco, cada vez somos más los que nos introducimos en un estilo de vida saludable y consciente de la importancia de cuidar el medio ambiente. Estar bien con el mundo que nos rodea hace que estemos mejor con nosotros mismos. Este cambio social ha hecho que muchos sectores industriales hayan revisado y modificado los métodos que utilizaban normalmente para conseguir productos más respetuosos con el medio ambiente y, como no podía ser de otra forma, la cosmética es uno de ellos. No debemos olvidar que, en realidad, la base de toda la cosmética son (o deberían ser) los productos naturales, ya que bebe directamente de la tradición boticaria.
La cosmética natural está cada vez más extendida en nuestra sociedad por los beneficios que aporta a la piel y su respeto al medio ambiente, pero ¿sabemos realmente cuales son las características que la definen? Hemos preguntado a nuestros expertos Puranic y nos han explicado las 8 claves de la cosmética natural.
Ingredientes orgánicos, biológicos y procedentes de cultivos ecológicos.La base de cualquier producto son sus ingredientes y toda cosmética natural debe utilizar una materia prima extraída de la naturaleza y, preferiblemente, cultivada ecológicamente para conservar todas sus propiedades y respetar el medio ambiente.
Libre de siliconas.La silicona es un polímero inorgánico constituido por la combinación de una serie de átomos de silicio y oxígeno. Aunque puede resultar práctica para muchas funciones y productos del día a día, su uso en cosmética provoca controversia ya que tapona los poros y, por tanto, no deja que la piel respire ni transpire.
Libre de parabenos, parafinas u otros derivados del petróleo.Los parabenos son compuestos químicos con propiedades bactericidas y fungicidas, mientras que la parafina es una mezcla de hidrocarburos pesados procedente del petróleo. El uso de estos materiales en cosmética crea una fina película que se adhiere a la piel produciendo una falsa sensación de suavidad e hidratación que en realidad destruye el manto hidrolipídico de la piel a la vez que tapona los poros y, por tanto, impide que la piel libere las sustancias tóxicas y perjudiciales. Además su uso puede provocar irritaciones, alergias, acné o envejecimiento prematuro.
No emplea productos químicos de síntesis u organismos genéticamente modificados.Los organismos genéticamente modificados son animales o plantas a los que se les han introducido cambios programados en su ADN mediante la ingeniería genética para conseguir una mejora productiva. La cosmética natural debe huir de este tipo de productos químicos y alteraciones para centrarse en el uso de materias primas ecológicas como algas o aceites, extractos y ceras vegetales, ya que son beneficiosas tanto para el uso humano como para el medio ambiente.
Utiliza sólo fragancias con ingredientes naturales.¿Por qué utilizar la síntesis química para crear olores que la naturaleza puede aportarnos de forma natural? No es lo mismo el olor a rosa, azahar o jazmín que la imitación de esos olores. Las fragancias con ingredientes naturales se integran en la piel y se transforman para adecuar su olor al contacto con nuestro cuerpo, por ese motivo los perfumes naturales cambian en función de cada persona.
No testada en animales.Uno de los pilares fundamentales del ecologismo es el respeto al mundo animal. Por ese motivo, la cosmética natural no tolera productos que hayan sido testados en animales. De hecho, en marzo de 2013 el Parlamento Europeo prohibió la experimentación de productos cosméticos acabados y sus ingredientes en animales, así como la comercialización de productos cosméticos experimentados en animales o que contengan ingredientes que hayan sido probados en animales.
Empleo de energías renovables para su fabricación.¿Qué sentido tendría utilizar productos naturales si no respetamos el Medio Ambiente durante el proceso de fabricación de estos productos? La cosmética natural no debe centrarse exclusivamente en el uso de ingredientes orgánicos, sino que debe emplear energías renovables durante todo el proceso de fabricación, reduciendo así la emisión de CO2 y siendo más respetuosa con el mundo que nos rodea.
Materiales 100% reciclables.Del mismo modo que es importante que el contenido cumpla una serie de requisitos básicos de respeto del medio ambiente, el continente de la cosmética natural también debe ser responsable. Por ese motivo los botes, frascos y packaging de los productos cosméticos naturales deben ser 100% reciclables.
Como hemos visto, los productos cosméticos deben cumplir 8 reglas básicas claramente definidas para poder considerarse naturales. De hecho, la conciencia ecológica de las empresas cosméticas no debe limitarse al producto cosmético en sí, sino que también deben ser respetuosas con el medio ambiente durante todo el proceso de fabricación, envasado e incluso distribución… porque ¿de qué sirve utilizar productos ecológicos si durante todo el proceso generamos residuos perjudiciales para el medio ambiente?
Con toda esta información a tu disposición, ahora depende de ti seguir los pasos de un estilo de vida saludable y respetuoso con el mundo que nos rodea. Un aporte tan minúsculo como elegir productos cosméticos naturales puede ayudar a cuidar y conservar el planeta. Como dijo Teresa de Calcuta, “a veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota”.
Más allá de la discusión sobre si los parabenos en los cosméticos son seguros para la salud humana, un estudio expone el impacto de los parabenos en la vida marina.
Un estudio publicado en la prestigiosa revista Environmental Science & Technology (http://pubs.acs.org/doi/abs/10.1021/acs.est.5b03601) revela el efecto que los parabenos están teniendo en los tejidos vivos de los animales marinos salvajes. Esta fauna ha estado expuesta supuestamente a cantidades infinitesimales de parabenos procedentes de aguas mal depuradas de la costa en zonas habitadas por el ser humano, a muchos kilómetros y millones de litros de agua de distancia de su zona de hábitat.
Los parabenos, comúnmente usados como conservantes en la industria cosmética química, se han podido encontrar acumulados en muestras de tejido estudiadas por un equipo de científicos de los Estados Unidos y Arabia Saudita. Concretamente el Methyl paraben fue el principal compuesto encontrado en los tejidos analizados, siendo éste el conservante más utilizado en cosméticos, maquillajes y productos de baño junto con el propylparaben y el butylparaben.
Delfín
Las concentraciones más altas de estos compuestos se encontró en los hígados de los delfines “nariz de botella” que habitan en la Bahía de Sarasota en la costa oeste de Florida (865 ng/g). El metabolito de parabeno encontrado en todos los tejidos analizados fue el ácido 4-Hydroxybenzoico , cantidades significativas de estos metabolitos se han encontrado también acumulados en los hígados de osos polares del mar de Chukchi y el mar de Beaufort.
El coste de los cócteles de parabenos que utiliza la industria cosmética química tradicional para sus fórmulas es muy bajo y son muy eficaces y estables como conservantes, pero si las dudas sobre la seguridad de esta sustancia para el uso humano son más que razonables, el efecto sobre la salud del planeta es absolutamente categórica.
Estas sustancias son tan comunes en la industria que no sólo se usan en cremas, geles, champús y maquillajes, sino que también son los conservantes habituales de dentríficos y otros productos de higiene íntima en contacto directo con las mucosas.
Delfines
En Puranic somos plenamentes conscientes de la dificultad que entraña lograr la estabilidad microbiológica de un cosmético, especialmente porque nuestros productos son bio y por tanto biodegradables. Para llegar al actual punto de ausencia de conservantes en la mayoría de nuestros productos ha hecho falta un esfuerzo investigador que ha pasado por varias etapas, desde el uso de conservantes alimenticios en un principio a la ausencia de conservantes en las etapas finales. Pero siempre con el objetivo final de lograr la máxima pureza y esto implica prescindir de compuestos químicos, para asegurar nuestra salud y la del planeta.
Este tipo de informes deberían derivar en consecuencias regulatorias, sin embargo de poco importa porque la industria, al igual que sucede con los edulcorantes en la alimentación, ya ha encontrado nuevas versiones con estudios siempre pendientes, con años para ver los efectos y quizás décadas para alarmarnos.
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